Slow Medicine: el camino hacia una longevidad saludable

La esperanza de vida ha aumentado de manera exponencial en los últimos 100 años. Obra indiscutible de la medicina moderna, una mejora en las condiciones de vida, el entorno laboral y una alimentación equilibrada ( el qué y el cómo). En 1900 la esperanza de vida se situaba en los 33,8 años para la población masculina y en los 35,7 para la femenina; a mitad de siglo (1950) prácticamente se habían duplicado estos valores alcanzando los 59,8 y los 64,3 años para hombres y mujeres respectivamente. En 2023,  la esperanza de vida de las mujeres se situó en 86,34 años, y la de los hombres, en 81,11 años. La diferencia es significativa. Pero, ¿es saludable?

Esta prolongación de la longevidad,  no siempre ha venido acompañada de una mejora en su calidad. La especialización médica, que ha permitido avances significativos en el tratamiento de enfermedades específicas, ha generado, paradójicamente, una visión fragmentada del paciente. El cuerpo humano, en su complejidad, ha quedado dividido en órganos y sistemas, cada uno a cargo de un especialista diferente. Se nos había olvidado que las partes constituyen el todo.

¿Qué es la medicina slow?

Históricamente, la salud era una cuestión comunitaria. Los médicos de familia conocían a sus pacientes en profundidad, atendiendo no solo sus dolencias físicas, sino también sus emociones, su entorno social y sus hábitos de vida. Con el tiempo, este modelo ha sido sustituido por uno más fragmentado, en el que el paciente se simplifica a un grupo de síntomas.

Este enfoque, aunque eficaz para determinadas patologías, ha descuidado la visión holística del ser humano. El cuerpo y la mente están íntimamente conectados, y las enfermedades crónicas que caracterizan la madurez y la vejez, como la diabetes, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares o el deterioro cognitivo o muscular, también tienen un componente emocional significativo.

Principios de la medicina slow

La medicina slow propone un retorno a esta visión integral de la salud. Se trata de una práctica médica que prioriza la relación médico-paciente, la escucha activa, el conocimiento profundo del las personas y la búsqueda de soluciones personalizadas. La medicina slow no es una alternativa a la medicina convencional, sino un complemento que busca restaurar el equilibrio entre la salud física y emocional.

La longevidad vital: disfrutar la vida

Vivir más años es un deseo universal, pero en realidad lo que buscamos es vivir más años con
buena calidad de vida, sintiéndonos vitales, activos, capaces. La medicina slow se alinea con esta
visión, poniendo el foco en la prevención de enfermedades, el conocimiento de nuestro
organismo, la promoción de hábitos de vida saludables y el acompañamiento integral del paciente
a lo largo de toda su vida. Conocer las herramientas que nos permitan llevar a cabo este cambio,
es fundamental para poder observar resultados óptimos en poco tiempo.
Es fundamental comprender que el cuerpo envejece de manera diferente en cada persona. Los
factores genéticos, el estilo de vida, el entorno y las experiencias personales influyen en el
proceso de envejecimiento. La medicina slow busca identificar estos factores individuales para
diseñar estrategias de prevención y tratamiento personalizadas, para conseguir una mejora de
nuestra calidad de vida y nuestro bienestar.

La longevidad saludable: más allá de los años

La medicina slow nos invita a buscar estrategias para mantener una vida activa y saludable durante el mayor tiempo posible.

Por ello entre los puntos más destacados de esta nueva corriente médica encontramos una clara apuesta por:

Enfoque holístico para una madurez saludable

La medicina slow aboga por un enfoque multidisciplinar que integre diferentes áreas del conocimiento, como el estudio de nuestro metabolismo y nuestra genética, salud cerebral, la nutrición, la actividad física, el bienestar emocional,  y la medicina regenerativa, entre otros campos. 

La medicina slow representa una vuelta a los orígenes de la medicina, poniendo al paciente en el centro de atención y reconociendo la complejidad del ser humano. Al adoptar un enfoque más holístico y personalizado, la medicina slow puede contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas y a promover una vejez saludable y activa.

 

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